Gijón, J. MORÁN
La traducción de una borrosa palabra en una estela del siglo I antes de Cristo alimenta desde hace días la hipótesis de que a Jesús de Nazaret le aplicaron sus seguidores una antigua tradición judía: que el liberador del pueblo de Israel, el Mesías, tendría que morir y resucitar al tercer día. Esta idea, de corte nacionalista, restaría originalidad a la comprensión cristiana de la muerte y resurrección de Jesucristo, a quien precisamente la Iglesia considera fuera del encuadre nacionalista, al haber transmitido un mensaje universal de salvación.
El pasado martes, y justo en el sexagésimo aniversario del descubrimiento de los manuscritos del Mar Muerto (Qumram), Israel Knohl, biblista judío, presentó en el Museo de Israel su reconstrucción y traducción de la línea 80 de una tablilla de piedra caliza gris, de 90 por 30 centímetros, con 87 líneas en hebreo antiguo escritas en tinta -y extrañamente no talladas y, en gran parte, ilegibles- que recogen la denominada «Revelación de Gabriel».
Knohl postula que dicha línea se inicia con las palabras «Leshloshet yamin hayeh», es decir, «en tres días, vivirás». La palabra borrosa, o ilegible, es, en realidad, «hayeh» -vivo-, según Knohl, con lo que la frase completa se reconstruye de este modo: «Leshloshet yamin hayeh, anos Gavriel, gozer alekha» -«en tres días, vivo, yo, Gabriel, lo mando»-. La orden de Gabriel va dirigida al «Príncipe de príncipes», un personaje sobre el que Knohl conjetura que es Simón, un líder judío que se rebeló en el año 4 antes de Cristo contra la monarquía herodiana, sostenida por Roma. Simón actuó en la Transjordania, zona en la que se supone que fue hallada la tablilla. «Simón se declaró rey, llevó una corona, y fue percibido como rey por sus seguidores, que depositaron sus esperanzas mesiánicas en él», sostiene Knohl. El emperador romano Augusto aplastó aquella rebelión, pero los seguidores de Simón le consideraron resucitado a los tres días.
En suma, prosigue Knohl, «la creencia en un Mesías resucitado existió antes de la actividad mesiánica de Jesús». El investigador judío agrega que este descubrimiento «pide una revaloración completa de los estudios sobre el mesianismo», ya que «el concepto de la resurrección propio del cristianismo tendría su origen en la tradición judía anterior». Pero Knohl añade más: «Esta teoría ofrece nuevas ideas sobre Jesús, no como redentor de la Humanidad, tal como lo concibe el cristianismo, sino como un mesías cuyo objetivo era redimir al pueblo al que pertenecía, el judío».
Precisamente sobre este último punto opina Julián Herrojo, rector de la basílica del Sagrado Corazón de Gijón, y especialista en Arqueología Paelocristiana: «Jesús no es un líder nacionalista, es más bien antinacionalista, y rechaza en varios pasajes de los evangelios dar pasos en ese sentido». Por lo demás, Knohl «propone demasiadas conjeturas, que habría que comprobar, y en el terreno filológico, en el que yo no soy experto, hay que tener presente que el hebreo se escribe sin vocales y ello da lugar a muchas variantes», comenta Herrojo.
Eso sí, desde el punto de vista arqueológico, el rector de la basílica gijonesa considera que «habría que certificar el lugar de origen de la estela, aunque parece tener parentesco con los manuscritos del mar Muerto y con la literatura apocalíptica de Qumram».
Por otra parte, «la tradición del sufrimiento, muerte y salvación de un Mesías ya la contempla el cristianismo en el profeta Isaías». En definitiva, «la intención de muchos investigadores judíos es la de judaizar a Jesús, e insertarlo en sus tradiciones». Esta teoría de Israel Knohl «no posee un interés mayor», concluye Julián Herrojo.
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